Diario Gestión
17 de diciembre 2015
Torres Morales, Miguel Ángel
tributario
En época de campaña electoral combinada con un enfriamiento de la economía, parece natural que se discuta distintas alternativas para reactivar la actividad empresarial y dar aliento a una gran cantidad de peruanos.
Bajo este contexto, el IGV, tributo que representa un gran porcentaje de los ingresos de nuestro Estado, es materia de constante análisis. No han faltado candidatos que recomienden la reducción del mismo para aliviar la economía de nuestros hogares.
Sin embargo, es importante advertir que una reducción en el IGV poco o nada beneficiaría a la gran cantidad de peruanos. La gran cantidad de población consume bienes que, por cierto, se encuentran exonerados de este impuesto y, respecto de aquellos que no lo están, resulta difícil creer que las empresas permitan que esa reducción se traduzca en el precio final que paga un consumidor.
Una propuesta bastante más interesante es la presentada recientemente por la candidata Fujimori, quien advierte que la gran oportunidad se observa en prorrogar el pago en el caso de MYPES al momento en el que, efectivamente, se produzca la cancelación del precio por el cliente.
Hoy por hoy, gran cantidad de MYPES aplican todo su trabajo y capital (propio y de terceros) ante la oportunidad de proveer productos o servicios a medianas y grandes empresas. Sin embargo, ellas quedan sorprendidas y terriblemente perjudicadas cuando se enteran de las políticas de 60, 90 ó 120 días de pago que tienen sus clientes para pagar sus facturas. En este escenario es lógico entender la desesperación en la que se sumergen las MYPES al constatar que quien no espera es la SUNAT, pues ella no dará prórrogas para la cancelación del tributo.
Ya sea que se trate de la reducción de uno o dos puntos porcentuales, observamos que ello no aliviará a la gran cantidad de peruanos. La prórroga de su pago sí constituiría un apoyo a las MYPES para que respiren y saquen lustre al rol protagónico que tienen en nuestra economía.
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