TYTL

Contacto: (51-1) 618-1515

Email: contacto@tytl.com.pe

Edificio Lima Central Tower, Av. El Derby N° 254, Piso 14, Oficina 1404 – Surco – Lima – Perú

Impulsando el incremento del trabajo informal

Es bien sabido que el mayor porcentaje de la población trabajadora en el país labora en la informalidad, sin acceso a derechos y beneficios sociales, sin acceso a seguridad social ni al sistema previsional público o privado, sin acceso a seguridad y salud en el trabajo, sin seguro de vida ley, sin protección contra el despido, sin acceso a indemnizaciones, entre otros; en suma, en la precarización laboral total; son los llamados trabajadores “fuera de planilla”.

No obstante lo dicho, poco o nada se hace para revertir eficientemente la situación descrita, por el contrario, los gobiernos de turno promueven normas que desalientan aún más a los empleadores a buscar alcanzar la formalidad o en todo caso a hacer más sencillo el alcanzarla. La inspección del trabajo exprime a los pocos formales que existen y que se esfuerzan por cumplir, y se desentiende de los informales.

Todo ello convierte a la relación laboral en una maraña de obligaciones, de forma y fondo que resultan un verdadero dolor de cabeza para quienes pretenden hacer empresa en el Perú de manera correcta y legal, lo cual se agrava aún más cuando el Poder Judicial aplica la normatividad de manera diferente a su propio texto o pretende “legislar” mediante los llamados Plenos Jurisdiccionales que, en muchos casos, contravienen las más elementales normas, como la propia Constitución, como ocurre por ejemplo cuando se considera que los trabajadores de dirección y de confianza no tienen ningún tipo de protección laboral, en defensa de su derecho al trabajo, cuando su cese se produce por retiro de confianza.

Claramente nos encontramos frente a un escenario en el que las normas laborales o más bien dicho, el entorno regulatorio en lo laboral, no busca simplificación ni flexibilización y se actúa contradictoriamente; de un lado se parte del supuesto de que el trabajador es un absoluto ignorante y hay que sobreprotegerlo y de otro se desprotege de la manera más burda a los trabajadores de dirección y de confianza. A ello se suma que las autoridades transfieren a los empleadores todo tipo de obligaciones incluso las meramente informativas, que luego son materia de fiscalización laboral como por ejemplo la de instruir a los trabajadores sobre las diferencias entre el sistema previsional privado o el sistema previsional público.

Contratar a un trabajador supone, como se ha dicho, cumplir con infinidad de obligaciones formales como por ejemplo la entrega de la constancia de alta en el t-registro, la entrega del boletín comparativo entre el sistema previsional público y el privado, la entrega de la síntesis de la legislación laboral, la entrega de una copia del contrato de trabajo si se trata de contratos a plazo fijo, la entrega de la política de seguridad y salud, de la política remunerativa, la entrega del Reglamento Interno de Trabajo, la entrega de la política de prevención en materia de seguridad y salud ocupacional, la entrega de las normas de funcionamiento de lactarios, brindar capacitaciones en materia de seguridad y salud ocupacional, prevención del hostigamiento sexual, bondades de la lactancia materna, bondades y beneficios del uso del lactario, entre muchas otras obligaciones que además, son susceptibles de fiscalización por parte de Sunafil.

Los dolores de cabeza no acaban ahí, debe contarse, de ser el caso, con un Comité de Seguridad y Salud Ocupacional, un Comité de Intervención frente al Hostigamiento Sexual, una Asistenta Social, un coordinador de Uso de Lactario y, en su caso, licenciados en enfermería, médico ocupacional u otro profesional en la salud, sobre lo cual además se ha incrementado el seguimiento a razón de la pandemia generada por la covid-19.

En suma, las obligaciones de forma y fondo son simplemente inacabables y podríamos decir que hasta inalcanzables. No se piensa que las normas deberían alentar al empresario a la formalidad y no al revés, incentivarlo a ser formal y extraerlo de la informalidad.

Lamentablemente se hace exactamente lo contrario.

El broche de oro de estos últimos tiempos, lo pondrá la implementación obligatoria de la prohibición de tercerizar una parte o el total del núcleo del negocio, habiéndose dictado una norma poco clara, que contraviene el principio de jerarquía normativa y contra la cual ya existen acciones judiciales concretas de quienes se ven afectados, lo que al final, terminará, como siempre, perjudicando a la parte más débil de la relación laboral.

Necesitamos, por tanto, creatividad, innovación, flexibilidad, sin que ello implique descuidar al trabajador. Las normas, como ya ha sido dicho, deben alentar la formalidad, deben incentivar la legalidad y no ahuyentarla. Si seguimos bajo la misma fórmula, siempre será más fácil y barato ser informal. Las estadísticas sobre el trabajo formal no mienten. Si queremos más trabajo informal, sigamos sobre excediéndonos en regulación, haciéndola más complicada y onerosa de cumplir. Así no fallaremos en llegar a ser el país con mayor índice de informalidad laboral.

Juan Carlos Benavente Teixeira, Socio Principal y Líder del área Laboral de TYTL Abogados

COMPARTIR